Saludos personas humanas, y en especial Venezolanos. Feliz septiembre y feliz último mes de verano, les escribo luego de tres meses, ya es común que me ausente por varios meses, y no me sentiría culpable por ello si no tuviera mucho que contar, y es todo lo contrario.
Lo que les voy a contar pasó hace algunos meses, a lo mejor les parecerá una cosa insignificante, pero sirvió para darme cuenta de una realidad. El mensaje que transmite es netamente para nosotros, aunque puede ser aprovechado por cualquier persona del mundo.
Los venezolanos que somos conscientemente nacionalistas sabemos que nos estamos desculturalizando, los antivalores que se están esparciendo mundialmente se sienten bastante en Venezuela, el sentido de pertenencia por nuestra querida patria está decayendo y no sigo dando más razones para explicar porque a los venezolanos de corazón nos duele tanto nuestro país.
Por ello en medio del caos, el desorden y el fatalismo no pueden faltar quienes en verdad se preocupen por el futuro que nos depara, y no solo que se preocupen, sino también que se ocupen.
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El relato:
-Estaba caminando de regreso a mi casa, eran alrededor de la 12 del mediodía y como cualquier otro día en Coro York el sol ardía, como era de esperarse a esa hora se suele congestionar tanto de gente como de vehículos unas de las avenidas del centro de la ciudad, claro, no es que se forman las trancas de caracas ni las avenidas son como las de Maracaibo, es relativo a lo que es Coro. Había bastante gente en la parada esperando un carrito o buseta... con puesto. Mientras tanto del otro lado estaba una ancianita con su bastón esperando desde la orilla de la acera el momento oportuno para cruzar la avenida, los carros pasaban no tan rápidos debido al trafico pero tampoco tan lentos como para dejarla pasar, y con la ausencia de un semáforo (y de un chofer noble que la dejara pasar) la anciana seguía esperando.
Hasta que... en un instante aparece un militar en su moto, ve a la anciana, estaciona su moto en medio de la vía, los vehículos que venían detrás se detienen, y entonces el uniformado se baja de la moto y toma de la mano a la ancianita para ayudarla a cruzar la calle.
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Tal cual como se muestra en la televisión, o como se les enseña a los mas pequeños en los colegios como ser un buen ciudadano, el militar en ese momento actuó como uno, digno de ser un ejemplo para todos, ya que no solo estaba siendo un buen ciudadano si no también estaba cumpliendo bien con su trabajo.
Necesitamos más profesionales como ese en nuestro país, lamentablemente también están escaseando como si fueran otro producto de la cesta básica, y en eso se parecen mucho: los profesionales dignos y ejemplares forman parte de la cesta básica de un país brillante.
Ojala este relato no quede solo en la letras, que lo lean miles o se multiplique, que sirva de ejemplo para cualquier venezolano, y que a pesar de vivir tiempos difíciles donde pareciera que lo único que prevalece es el mal no perdamos las esperanzas de admirar un acto de bondad, como dijo Ana Frank "No veo la miseria que hay sino la belleza que aún queda".
Sé que por naturaleza los venezolanos somos personas que sienten por los demás, dispuestos siempre a ayudar sin importar qué, y a dar una mano así ya las tengamos ocupadas, no perdamos esta costumbre innata, que esta "situacion" por la que estamos pasando no nos hagan olvidar quienes somos y de donde somos, si Dios quiere hacernos fuertes seamoslo resistiéndonos al mal y haciendo el bien!
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Hasta pronto!.